Nada mejor para sentirse bien
que ser la mejor versión de uno mismo,
sin compararse con las habilidades
o las cualidades de los demás,
sin compararse con lo peor de otros,
sin menospreciar lo que somos
y lo que podemos llegar a ser
con la ayuda de Dios.
Nada mejor que sentirse bien
amando a los demás
como nos amamos a nosotros mismos,
reconociendo quienes somos sin más ni menos,
procurando tener la mejor actitud cada día.
Nada mejor que agradecer a Dios
por darnos la vida,
por poder dejar huellas positivas en esta tierra,
por darnos la capacidad de amar y de ser amado,
por esforzarnos en ser nuestra mejor versión
de nosotros mismos.
Por Mery Bracho