La gente no siempre necesita un consejo.
A veces lo que necesita es una mano que sostenga,
un oído que escuche y un corazón que entienda.
Las palabras no siempre son necesarias,
el silencio puede hacer maravillas
si estamos dispuestos a escuchar al otro,
con atención tratamos de entender
para amar a la otra persona.
En este mundo tan ruidoso
hace falta alguien que haga silencio,
que deje de oír sus propios argumentos
y escuche lo que el otro desea decir.